Sometido a la indefinición,
no fijo mis ojos en Cristo.
He de mirar con el corazón,
y la Verdad del Santo Espíritu.
Atras quedó el insalvable desierto,
que resecó mis huesos.
Oh Señor, en tu abrazo he sentido el afecto,
que mi alma anheló en tantos sueños.
Oh Señor Jesucristo, todo lo ha resueto tu Palabra,
y sin ella nada se sostiene en mi conciencia.
Porque solo ama,
el que vive en tu Excelencia.
Oh Cristo Jesús, firme está mi espiritu
en tus Mandamientos.
Heraldo soy del Evangelio,
que predico a los cuatro vientos.
Si filtramos la impureza,
con la criba Santa;
posaremos nuestros ojos, oh Salvador, en tu certeza.
Y nuestra visión, hará de tu Gloria, su morada.
Paz de Cristo
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