Examinadlo todo; retened lo bueno.
Invocad el nombre de Jesús, y desharéis drásticamente toda asechanza del maligno.
Únicamente del cielo desciende el don perfecto,
que te dará la inequívoca certeza del incorruptible camino.
El imperativo dictamen del innombrable te llevará a la espaciosa senda;
e impondrá sobre tu alma su funesta voluntad, disfrazándola de un sobredimensionado candor.
Oh Todopoderoso Jesucristo, danos sabiduría de lo alto, para rechazar de plano su enmascarada prebenda;
y nos reafirmaremos en tu Sagrada Palabra de incomparable amor.
Sabed, que el mismo satanás se disfraza de angel de luz.
Por tan infausto motivo, tarea ardua nos espera.
Tu gozo es nuestra fortaleza, oh Cristo Jesús,
y en tu nombre confiamos sobremanera.
Consubstancial a nuestra carne es la naturaleza concupiscente;
por tanto es desleal con nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo.
Y en toda prueba del Señor, existe una perversa lucha en nuestro doble ánimo connivente;
con la decidida idea de hacer lo bueno y la tentación de involucrarse en lo malo.
La Biblia dice: En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Tú, por el bautismo en el nombre de Jesús,
sepultaste al pecado y resucitaste en sus gloriosos mimbres;
para ser atalaya del Evangelio de la gracia, hasta lo último de la tierra.
Paz de Cristo
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