Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Sí, porque el ser humano es acuciado por la tibieza, y le traiciona invariablemente su hipócrita apariencia.
En la búsqueda de tu rostro, oh Cristo, se pudre el yugo inmundo;
haciéndose visible, oh Señor, tu gloria de excelencia.
La Biblia dice: ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
La espiral de perversión humana no tiene límites.
Únicamente el que se postre a tus pies con verdadero arrepentimiento; perdonarás,
oh Rey de reyes.
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.
Oh Cristo Jesús, Tú te hiciste el mayor siervo, siendo el Omnipotente Creador.
Y te ajusticiaron en la cruz de Calvario, oh Cordero inmolado,
para redimir el pecado de la obscura humanidad, con la majestuosa luz de tu amor.
La aberrante codicia del que no tiene paz en el Todopoderoso Salvador,
le ha llevado a las profundidades del abismo.
Y en su entenebrecido desamor,
solo vislumbra la séptica sordidez del maligno.
Jesús, dijo: El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor, el buen pastor da su vida por las ovejas.
Oh Señor Jesucristo, Tú viniste a tornar en eternidad, mi obsolescencia;
y así regocijarme en tus moradas eternas.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario