¡No tires más por la borda tu salvación!
Haz que sobre toda circunstancia, siempre prevalezca el nombre de Jesús.
Circuncida de una vez el fluctuante corazón,
para que respladezca en su latir, oh Señor, tu majestuosa luz.
La visceral respuesta, oh Alto y Sublime,
se multiplica exponencialmente en mis transgresores pensamientos.
Y sé que si en tu Palabra estoy firme,
elevarás mi alma, oh Cristo, a tus gloriosos aposentos.
Sí, no existe mayor prueba que la eterna salvación.
Inmensas gracias, oh Omnipotente Redentor, por habernos librado de la muerte, con tu muerte, y muerte de cruz en el Calvario.
Pero aún no hemos interiorizado, que en la totalidad de nuestro efímero tiempo, oh Rey de la gloria, hemos de rendirte adoración,
para ser genuinos siervos de tu sagrado santuario.
La coraza de justicia y el yelmo de salvación, oh Altísimo Señor,
han de blindar nuestra alma, ante toda asechanza del maligno.
Y el vestido de impoluto candor,
ha de ser la radiante pureza del lugar santísimo.
Amar con el amor del Fiel y Verdadero,
nos permitirá visualizar el umbral de la gloriosa eternidad.
Y hollarás el paraiso del día postrero;
si sazonas tu vida de inmedible santidad.
Paz de Cristo
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