Tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra.
Oh Señor Jesucristo, tu infinita bondad no ha servido para transformar en luz, el ancestral obscurantismo de la humanidad.
Sus hechos siempre fueron contrarios a las buenas nuevas de salvación eterna,
que es la única y sagrada verdad.
Jesús, dijo: En cuanto a estas cosa que veis (refiriéndose al templo), días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.
Y también: Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Y es que, la pureza de la gracia recibida,
nos ha guardado, oh Señor, en la santidad de tu nombre.
En mi altar te ofrendaré lo mejor,
Oh Señor Jesús.
Nuca habrá fingimiento, oh Rey de la gloria, en lo que haga en tu loor;
porque será manifiesto con refulgente luz.
Por la perniciosa incredulidad, oh Sumo Redentor,
se dio visibilidad a la idolatría abominable.
Y profanamos el eterno amor,
del Rey de reyes y Señor de señores inefable.
Oh Omnipotente Salvador,
de la esperanza bienaventurada somos tus hijos verdaderos.
Del pozo hediondo nos rescataste, y nos incensaste con tu fragante olor;
siendo de las almas, denodados predicadores en los angostos senderos.
Paz de Cristo
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