Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.
Únicamente en la Sagrada Palabra podemos encontrar el nexo de eternidad con el Sumo Creador.
Y de su providencia divina,
hemos recibido, sin condiciones, la incomparable provisión de amor.
La Biblia dice: Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
En tu inmolación en la cruz del Calvario, oh Señor Jesús, ninguno de nuestros pecados te pasó inadvertido;
y en tu excelsa misericordia nos guardaste, para ser bienaventurados.
Y también: Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
La sinergia del universo, tiene su absoluta conjunción en el Sagrada Escritura.
Y has de saber, erratico inconverso, que en ti ha de intervenir solo la fe,
para ser en Cristo una nueva criatura.
Jesús, dijo: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
La Palabra es como toda espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu;
y por la grandiosidad de su exhorto serás santificado.
¿Habrá mayor privilegio, que tu propia salvación?
¿Y regocijo más exultante, que tu propio nombre esté escrito en los cielos?
Ama al Rey de reyes y Señor de señores de todo tu corazón,
y en el paraíso darás vida a tus anhelos eternos.
Paz de Cristo
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