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miércoles, 7 de junio de 2023

LA BELLEZA EMANA DEL CORAZÓN, OH CRISTO

  • La Biblia enseña: Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;
  • por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos. 
  • ¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?!
  • Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá a su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió?
  • Oh mi Cristo, únicamente el que crea en tu majestuoso nombre será santificado,
  • porque se guardará de los distorsionados infundios de los pervertidos.
  • Y el siervo que gloriándose en ti permanece,
  • es porque a su alma ególatra, tu redención, oh Señor, del maligno la libertó. 

  • Oh Cristo Redentor, 
  • en un tiempo pasado, de algo más de dos mil años, en este disoluto mundo te manifestaste en carne,
  • oh Sumo Hacedor.
  • Y viniste para dar salvación eterna, al que se arrepintiere de sus pecados, y se bautizare en tu santo nombre. 

  • Oh Cristo Altísimo, 
  • en tu abominable muerte, y muerte de cruz; se hizo el mayor paréntesis de la humanidad; cuando a los viles de la humanidad, nos diste el mas inconmensurable y majestuoso perdón.
  • Y aún más insólita fue tu piedad, por ser misericordioso con nuestra carnal condición, al haber recibido de celestial gracia el Lugar Santísimo; 
  • para que se humille con quebrantamiento de espíritu, nuestro engañoso y entenebrecido corazón.

  • Oh Santo, 
  • destituidos fuimos de tu gloria por nuestra obscena carnalidad. 
  • Pero tus verdaderos hijos, seremos salvo por la gracia del nuevo pacto;
  • si damos cumplimiento, oh Rey de reyes, a tu santísima verdad. 

  • Oh Eterno, 
  • guárdanos del extravío de tu Sagrada Palabra. 
  • Y es que, anhelamos fervientemente morar en el cielo,
  • los probos siervos del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, que con extrema belleza e inmerecidamente a nuestras almas ama.
  •                 Paz de Cristo 

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