Y EN MÍ CONSAGRACIÓN BUSCARÉ CON EXTREMA FE TU ROSTRO, OH CRISTO

• Jesús, dijo: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
• Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
• pero os digo, que ni aún Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
• Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
• No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
• Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 
• Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 
• Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal.
• Oh mi Cristo, la asignación que has dado a tu probo siervo, 
• la recibirá de gracia; 
• y la anunciará de gracia a los escépticos.
• Y al que su opacidad espiritual no le permite ver, 
• con gran celo le serviremos,
• oh Señor, para que se manifiesten las incomparables glorias,
• que emanarán desmedidas 
• de tu santuario celestial.
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• Oh Santo de Israel, 
• Tú eres Dios manifestado en carne; y sólo tu gracia creadora tiene el poder de transformar la primigenia naturaleza de lo que es en sí mismo un prodigio. 
• ¿Por qué como surge que el agua aquel, 
• oh Cristo Jesús, la pudieras convertir en el más delicioso vino?
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• Oh Hijo del Hombre, 
• nada resultará imposible, 
• para el siervo que con inusitada fe invoca tu majestuoso nombre;
• porque así tu Sagrada Palabra lo dice.
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• Oh Rey de reyes,
• nos resta un largo camino en la búsqueda de tu glorioso rostro;
• e interiorizar tus postulados sobrenaturales,
• para conocer espiritualmente su trasfondo.
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• Oh Alfa y Omega,
• a tu misteriosa eternidad no entraremos sin tener un cuerpo glorificado.
• Y únicamente dispondrá de esta milagrosa vestimenta,
• el siervo bienaventurado. 
•                  Paz de Cristo