- Oh mi Cristo,
- en un sinnúmero de ocasiones, nuestro intento de perseverar en tu santo nombre se desvanece.
- ¡No contristes al Santo Espíritu!
- Únicamente de su gracia recibe, el que en Él permanece.
- Oh Rey de reyes,
- una ancestral y perniciosa ambigüedad nos aborda inopinadamente a los seres humanos; también a los que nos hemos bautizado en el nombre de Jesús.
- Y damos por buenas estas disoluciones,
- sabiendo que la obscuridad, oh Señor, es diametralmente contraria a tu admirable luz.
- Oh Santo de Israel,
- de los recovecos del alma hay que erradicar la herrumbre del pecado.
- Y se erige como condición indispensable la verdadera fe,
- ante la asechanza demoníaca que toma carta de naturaleza, en el que hasta entonces era bienaventurado.
- Oh Rey de la gloria,
- mi espíritu, dice: ¡Basta ya de tan vil e ignominiosa conducta!
- Y es mi engañoso corazón el que sucumbe ante la obscura vanagloria,
- para pecar con su concupiscencia fatua.
- Jesús, asevera: Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
- Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
- Oh Soberano Señor y Salvador Jesucristo, purifica nuestra alma de todo lo inmundo;
- y haznos santos oidores y hacedores de tus buenas nuevas.
- Paz de Cristo
martes, 29 de junio de 2021
HACED DE VUESTRO PENSAMIENTO UNA FORTALEZA INEXPUGNABLE EN CRISTO
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