LA TRAICIÓN, CONSECUENCIA DEL DESAMOR A TU NOMBRE, OH CRISTO

• La Bibia dice: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
• Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. 
• Oh mi Cristo, tu verdad es por todas las generaciones, y nunca se marchitará;
• porque no otro, oh Señor, sino Tú, diste tu vida por las almas pecadoras.
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• La Bibia enseña: Saliste al encuentro del que con alegría hacia justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos a caso ser salvos?
• Si bien todos nosotros somos como suciedad, y toda nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
• Oh Sumo Alfarero, deshaz la perniciosa vasija de deshonra, y haznos vasos santos,
• para que te rindamos adoración, en el santuario eterno.
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• Jesús, dijo: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
• Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 
• Oh Santo de Israel, Tú eres Dios manifestado en carne: el Hijo del Hombre, en el que nunca hubo pecado.
• Y nos has visitado, para deshacer las obras del diablo. Y redimirnos en la cruz del Calvario, ofrendando tu vida, para que no se enseñoree más de nosotros la muerte.
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• Oh Altísimo Señor y Salvador Jesucristo, 
• nos aborda de continuo una fe, que al mediar la incredulidad, no se sustenta con inconmensurable fidelidad a tu santo nombre. 
• Y como consecuencia, contristamos al Santo Espíritu; 
• traicionando con nuestra altivez al Omnipotente. 
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• Oh Rey de reyes y Señor de señores, 
• ¿Habrá llegado a tocar fondo nuestro fatuo entendimiento?
• ¿O es qué de nada nos han servido sus misericordias y favores?
• ¿Por qué en el nombre de Jesús, raeremos algún día la ignominia del desamor de nuestro pensamiento?
•                    Paz de Cristo