- Oh mi Cristo, ¿cómo oyeron tu voz las tempestuosas olas del mar?
- ¿Qué milagro fue el que hizo la calma con tu voz, y se hizo grande bonanza?
- ¿Tal es la contumaz rebeldía del ser humano, para que no se someta, oh Señor, a tu sagrada paz?
- ¿O es qué, satisface más al entenebrecido corazón, la senda ancha del diablo en su asechanza?
- Oh Cristo Redentor, sin el don de la fe, es imposible la aceptación de tus sobrenaturales milagros.
- Porque de todo conocimiento, oh Santo de Israel, excede tu incomparable amor.
- Y por nada se entienden regalos tan prodigiosos,
- como la eterna vida, oh Soberano Salvador.
- Oh Sumo Hacedor,
- no acertamos a entender la gloriosa provisión de eternidad.
- Y nos viene extraordinariamente grande, oh Alto y Sublime, ser revestidos con el vínculo perfecto de tu excelso amor,
- que es la sagrada verdad.
- Oh Altísimo Señor Jesucristo,
- tu vida la diste por toda la humanidad.
- Pero el que te ama, oh Alfa y Omega, anhela dar su vida con un espíritu Cristocéntrico,
- por el Cordero inmolado; dado que, con la gracia del derramamiento de su preciosa sangre, ofrendó a todos los pecadores su majestuosa santidad.
- La duda ofende al Omnipotente Creador,
- que es muy celoso de su gloria.
- Y nos será imposible ser salvos; si no generamos una fortaleza inexpugnable en nuestro en derredor,
- que nos corone con la final victoria.
- Paz de Cristo
miércoles, 2 de junio de 2021
¿MIS PIES ESTÁN SOBRE TUS SAGRADAS HUELLAS, OH CRISTO?
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