- La Biblia dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
- Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
- Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que no se ve fue hecho de lo que no se veía.
- Oh mi Cristo, en tu majestuoso nombre pude creer,
- al inquirir en tus bíblicos versículos,
- con la rendida postración del alma mía.
- La Biblia enseña: Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
- Le dijeron, pues, los otros discipulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
- Ocho días después, estaban otra vez sus discipulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
- Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
- Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
- Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
- Oh Cristo Altísimo,
- Tú eres el autor y consumador de la fe.
- En la fe que viene de lo alto, estáis concernidos mis discípulos probos.
- Y por esto sois mi luz viviente,
- fuera de todo extravío.
- Pero los que son del mundo, por mí os aborrecieron.
- La Biblia explicita: Por tanto, nosotros también, teniendo enderredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
- puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra de Dios.
- Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
- Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
- y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él;
- porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
- Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
- Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
- Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
- Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
- Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
- Oh Hijo del Hombre, Tú, de la mañana eres la estrella resplandeciente,
- y nosotros tus siervos consagrados.
- Nadie que te haya podido amar,
- oh Señor, podrá ser partícipe del mundo errático,
- sin que tus recuerdos de gloria se lo estén impidiendo.
- Porque la Cristocéntrica fe,
- siempre nos dejará un sello distintivo.
- Y fue en la penumbra vespertina,
- donde diste vida a nuestro afligido corazón, con los fértiles principios bíblicos.
- Y nos retrotraeremos a la santísima verdad,
- porque antes del fin buscaremos ávidamente tu rostro, oh Santo, para traspasar el umbral de los bienaventurados.
- Oh Cristo Redentor,
- tu muerte, y muerte de cruz,
- redimió y justificó al pecador.
- Pero el que cree en tu majestuoso nombre, oh Eterno, ha de estar asido celosamente a las piadosas obras, que son consubstanciales a tu gloriosa luz.
- Paz de Cristo
lunes, 16 de octubre de 2023
LA FE EN TU SANTO NOMBRE, IMPLICA LAS OBRAS PIADOSAS, OH CRISTO
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