Oh Cristo, el temor y el temblor, nos han sobrecogido,
delante de tu Omnipresencia.
Nuestro templo es frágil. Por el Espíritu de la Verdad se le ha concernido,
que cada segundo de su vida parta de cero; para agradarte con mayor gozo, en cada proceloso día.
Oh Redentor, tus asombrosos prodigios,
nos conculcan las palabras.
Eres la Luz del Universo,
que ama a nuestras almas.
Esclavos somos de tu Palabra.
El bautismo, dejó sepultada nuestra contienda, con el Señor de señores y Rey de reyes.
Oh Rey de la Gloria, guárdanos en tu Celestial morada;
porque del Trono de tu Gracia, son las razones.
Tu respuesta, oh Señor,
nos envuelve en el Majestuoso presente.
Y nos mantienes vivos en tu amor,
como humilde polvo del camino; para darnos un lugar, en tu Reino Excelente.
Oh Señor Omnipotente,
la precisión de lo creado es el punto de partida;
sin confiar en ti plenamente,
inexistente sería nuestra Eterna Vida.
Paz de Cristo
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