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lunes, 18 de junio de 2018

SANTIDAD ETERNA EN CRISTO

Entre la horas sexta y novena,
oh Cristo Crucificado,
nadie se compadecía de tu agónica muerte,
oh Todopoderoso Cordero Inmolado.

Con su Majestuosa Santidad,  nos redimía de la impureza del pecado.
El velo del templo se rasgó, dando paso a la Era de la Gracia.
Y su Sangre Preciosa nos justificó,
para libertarnos de todo inquisidor autodidacta.

Te despojaste, oh Jesús, de toda tu Divinidad,
para sepultar las obras de satanás.
Y llenar de  Eternidad,
la Nueva Jerusalén de Santísimas moradas.

Oh Señor Jesucristo, tu Palabra redarguye las ofensas,
que con tu Santidad se ensañaron.
Son las ovejas perdidas,
que no oyeron al Pastor, y le traicionaron.

Sé nueva criatura
en el Señor;
porque tu impoluta blancura,
solo cree en el vínculo perfecto del amor.
Paz de Cristo

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