Auméntanos la fe, oh Jesús,
para ser vasos de pureza
en tu Luz,
que rebosen de grandeza.
El Alfarero en su misterio,
dotó a cada vaso de un don.
Y sumo al Evangelio,
los discípulos en su sazón.
De un barro quebradizo hizo un cuenco,
con poca prestancia.
Oh Cristo, me has dado un pobre nacimiento;
pero buscaré, en lo alto, las blancas vestiduras de tu Gracia.
De porcelana hizo un jarra,
y su lustre se torno oscuro.
Oh Señor, descuidé mi alma,
y se adueñó de ella lo turbio.
De oro puro hizo un vaso,
dándole el título de rey;
pero se alienó con lo zafio,
y en su corazón no hubo ley.
Lo nimio,
no fue obstáculo para el Señor.
Él hizo vano lo sabio,
y le dio al decrépito cuenco todo su esplendor.
Dispón tu corazón en Cristo.
No llenes tu alma de quimeras,
redobla tu sabiduría en el Espíritu;
para ser digno de vivir, en las moradas Eternas.
Paz de Cristo
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