Oh Cristo, nos acercaste tu Reino,
con un mensaje de Eternidad.
La condición sine qua non, para ser tu digno seguidor, se fundamenta en el arrepentimiento.
Y como consecuencia, el consiguiente bautismo por inmersión en el Nombre de Jesús, que da sepultura al oscurantismo espiritual de la necedad.
El don del Espíritu Santo,
fue derramado por el Señor, el día de Pentecostés:
Alcancía del Cielo Sagrado,
que se abre con excelso poder, para hablar en el Espíritu lenguas angelicales.
La Resurrección de Jesucristo,
rompe todos los esquemas de racionalidad asumidos.
Lo sobrenatural se vive con el quebrantamiento unánime del espíritu;
asumiendo en sus corazones, como si de lo material se sintieran desposeídos.
Oh Cristo, de la Gloriosa Vida Eterna
estamos revestidos.
Solícitos a tu obediencia,
oh Señor, están todos nuestro sentidos.
El Evangelio,
heraldo de las Buenas Nuevas de Salvación,
oh Señor Jesús, nos ha cautivado,
con la Gracia de lo Eterno y su Santa Unción.
Paz de Cristo
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