- Oh mi Cristo,
- nada fuera de tu Sagrada Palabra es excelente.
- Y recibirás gracia del Santo Espíritu,
- cuando en tu corazón se oiga un latido reverente.
- Nadie, sino Tú, oh Cristo Redentor,
- se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz.
- Y consumaste la más excelente obra por amor;
- para redimir del pecado a toda la humanidad, por el que estaba sometida a esclavitud.
- Oh Santo de Israel,
- en tus sobrenaturales milagros: paraste la tempestad, sanaste a los paralíticos, diste la vista a los ciegos, resucitaste a los muertos, transformaste el agua en vino, multiplicaste los panes y los peces y a los leprosos curaste.
- Pero, oh Señor, en tus innumerables milagros siempre fue condición indispensable la fe;
- para que tu gloria fuera manifiesta, en los que a su corazón circuncidaste.
- Ilimitada es la excelencia en el Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo.
- Y no existe lugar en el universo, oh Señor, que no haya recibido tu bendición.
- Y es que, en la solemne y reverente lectura del Sagrado Escrito,
- nos has dado el conocimiento de tu piadoso perdón.
- Oh gran Yo Soy,
- Tú nos has revelado la Palabra más profética.
- Y, oh Rey de reyes, como en la eternidad no existe principio ni fin; lo eterno se tradujo en hoy,
- cando al malhechor que estaba en el monte Calvario le dijiste: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Haciendo el enésimo milagro de su celestial gracia.
- Paz de Cristo
miércoles, 6 de octubre de 2021
LA EXCELENCIA DEFINE AL SIERVO EN CRISTO
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