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jueves, 7 de octubre de 2021

NO HAY BELLEZA, SINO EN CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • tus palabras desde la eternidad son derramadas.
  • Oh Santo Espíritu, 
  • de lo sobrenatural emanan todas las fragancias bienaventuradas.

  • Oh Soberano Redentor, 
  • como un reo fuiste ajusticiado en la cruz del Calvario.
  • Sin embargo de tal belleza fue tu excelso amor, 
  • que para los abyectos escarnecedores, no llegó a ser audible, oh Rey de la gloría, tu majestuoso perdón desde el eterno santuario. 

  • Oh Cordero inmolado,
  • el resplandor de los clavos que horadaron tus pies y tus manos, se hizo visible en los confines del universo.
  • Y tu cuerpo lacerado, 
  • se herigió en una inexpugnable fortaleza; y aunque a tu glorioso cuerpo le llegó el momento de expirar; el viento de Sion te dio alas, para vencer con tu muerte al imperio de la muerte, y al tercer día resucitar victorioso. 

  • Oh Santo de Israel, 
  • el legado de tu heredad es de inusitada belleza para tus consagrados siervos.
  • Nada es manifestó, fuera del resplandor de la fe. 
  • Y es que, tu inmarcesible gloria; no la pueden contener los cielos de los cielos. 

  • Nadie podía acercarse al monte santo para ver al Invisible;
  • porque no contarías, sino con tu muerte el fulgor de su presencia. 
  • Oh Hijo del Hombre,  Tú eres el gran Yo Soy, el Eterno Padre;
  • que nos resucitarás en el día postrero, para vivir en la belleza del paraiso, que es tu eterna excelencia. 
  •                       Paz de Cristo 

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