ROMANOS 2:1,2 EN CRISTO

• Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tu que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
• Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican estas cosas es según verdad.
• Oh Cristo Altísimo, 
• nuestra salvación pasará ineludiblemente por tu grandiosa piedad.
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• La Biblia dice: Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa los corazones. 
• Hacer juicio y justicia es a Jehová más agradable que sacrificio.
• Del eterno santuario ofrendas tus bendiciones,
• oh Omnipotente Señor Jesucristo. 
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• Jesús, dijo: Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 
• Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. 
• Oh Santo de Israel, todo lo recibido de gracia, de gracia hemos dado, para que tu majestuosa luz le fuera al entenebrecido mundo propicio;
• y pueda ser, oh Señor, por tu inconmensurable misericordia, alguno bienaventurado. 
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• Jesús, enseña: No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. 
• Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
• Oh Fiel y Verdadero, tus genuinos siervos, los que han creido en tu bendito nombre, han sido regenerados y santificados;
• para que el regocijo del paraiso, podamos eternamente sentir.
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• La Biblia enseña: Hermanos no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzgas a su hermano, murmura de la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
• Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
•  Oh Soberano Redentor, si,Tú, siendo el Rey de la gloria, diste tu vida para darnos vida, ¿quiénes somos nosotros, para recriminar al hermano con nuestra veleidosa sandez?
• Busca tu propia salvación, si aún puedes, y no seas nunca más tropezadero del prójimo. 
•                       Paz de Cristo