- Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído,
- para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia.
- Oh mi Cristo, de tu gloria está revestido,
- el que se postra ante tu presencia.
- Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite;
- mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos.
- Oh Hijo del Hombre, es tu celestial mimbre,
- el que siempre ha sustentado a tus bienaventurados hijos.
- Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al seol.
- Sus caminos son inestables; no los conocerás, si no considerares el camino de la vida.
- Oh Sumo Redentor, de tu gracia subyace el único crisol,
- que nos da la instrucción de cómo nuestra alma será por el Omnipotente bendecida.
- Ahora pues, hijos, oidme, y no os apartéis de las razones de mi boca.
- Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
- para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel;
- No sea que el extraño se sacie de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño;
- Y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,
- Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión;
- no oí la voz de los que me instruian, y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
- Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.
- Oh Rey de la gloria,
- nunca la virtud fue tan necesaria,
- para no poner en tela de juicio la Cristocéntrica fe.
- Obvia todo beneplácito;
- que no te embargue el indecente llamamiento,
- en el que interviene siempre la sin razón;
- y aguza la espiritualidad, para no concernir tu alma en lo nocivo,
- porque te sumirá en la sórdida disolución.
- Paz de Cristo
domingo, 26 de noviembre de 2023
PROVERBIOS 5:1,2 EN CRISTO
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