Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
Así que nunca cometas el desvarío de apoyarte en tu propia prudencia.
Has de buscar el rostro de Cristo, cuando tus acciones sopesas,
para ser guiado por su excelencia.
El mismo aire que respiramos,
pone a prueba nuestro advenedizo entendimiento.
Oh Cristo Jesús, Tú nos has dado un elemento esencial, que en su transparencia no tiene forma, ni vemos; y sin embargo, cada segundo necesitamos.
Aun de este misterio vital, nuestro endurecido ser, oh Señor, desestima cualquier agradecimiento.
Piensa el hijo de hombre, que todas las cosas le han sido dadas por el Altísimo,
para que haga de ellas oprobio.
El arrepentimiento ha de ser nuestro recto camino;
y humillarnos con el corazón contrito ante sus sagrados pies, para descubrir el perfecto santuario.
Oh Señor Jesucristo, a tu creación le dará el ser humano valor,
cuando sea concernido por la celestial sabiduría.
Y al principio bíblico de inexcusable temor,
obedecerá, oh Rey de reyes, el siervo que en ti se gloría.
Desde la majestuosidad de lo más ínfimo, que tú no percibes,
el Sumo Hacedor creó el inconmensurable universo.
Has de doblar tus rodillas al oír el nombre de Jesús; porque de Él has recibido tanta abundancia de bienes,
para ser su siervo eterno.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario