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domingo, 29 de septiembre de 2019

ROMANOS 8:33 EN CRISTO

¿Quién acusará a los hijos de Dios? Dios es el que justifica.
Las actas con las que el calumniador nos acusaba, fueron clavadas en la cruz del Calvario por Cristo Jesús, justificando todas nuestras culpas.
La preciosa sangre que derramó  el Codero inmolado nos dio gracia.
Y por su llaga, las almas con fe fueron milagrosamente sanadas.

Existe una pútrida idea, oh Señor Jesucristo,
que nos retrotrae al hábito concupiscente.
Guárdanos en la blindada fortaleza de tu Espíritu, 
para ser preservados en la resolución santamente.

Oh Cristo, cuando hacemos lectura de tu Palabra,
no somos absolutamente conscientes, de que la potestad demoníaca obra con un ahínco contrario a su cumplimiento.
Todo consiste en invocar el nombre de Jesús, que es el que en verdad te ama;
y te someterás impertérrito a su sobrenatural mandamiento.

Oh Redentor, Tú nos has salvado de la muerte, 
al recibir de forma inmerecida la gracia de tu majestuosa sangre.
Has de buscar siempre la acción más reverente,
y elevar una plegaria salvadora al Rey de reyes y eterno Padre.

En nuestra alma ha de haber un resorte,
que nos avise con antelación he impida la comisión del inmundo error.
A ti clamo, oh Salvador Omnipotente,
para que el inmarcesible santuario derrame sobre tu amada Iglesia una inagotable provisión de amor.
                         Paz de Cristo 
                                   









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