Jesús, dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.
Esta misión es ineludible para el discípulo de Cristo.
El dar a conocer la Sagrada Escritura,
te lo ha concernido el Santo Espíritu.
Todo tipo de impedimento, oh Cristo Jesús,
interpone el maligno al predicar la Palabra.
Pero lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino es tu admirable luz;
y la que llena de resplandor el alma.
Si vives bajo la sombra del Omnipotente,
estás protegido de todo mal.
Ten siempre presente,
que la diestra del Señor es tu inexpugnable refugio celestial.
Predicar las buenas nuevas de salvación eterna,
es el gran privilegio, oh Señor, que consagra almas para tu gloria.
Y el poder de la unción se derrama,
cuando hay fiesta en los cielos por tan solemne victoria.
Sentir adoración por el Rey de reyes y Señor de señores,
nos permite alzar las manos para recibir su prodigiosa bendición.
Y convertirnos en fervientes predicadores,
de los que buscan el rostro del Redentor para hollar el umbral de la salvación.
Paz de Cristo
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