Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Estamos intempestivamente expuestos a las veleidades del maligno.
Y por este infausto motivo necesitamos de forma perentoria la gracia del glorioso cielo,
para ser invencibles en todas las encrucijadas del camino.
Oh Cordero inmolado, la mayor ignominia del ser humano,
fue tu abominable sacrificio en la cruz del Calvario, y la humillación de tan agónica muerte.
El ultraje más abyecto padeció el que de Israel es tres veces santo,
para poder redimirte.
Tú deuda indubitable es con el autor de la vida,
que te saco del pozo hediondo e inmundo.
¡Jesucristo viene pronto! es la frase que toca fondo en la Cristocéntrica poesía,
para que el vivificante corazón siga en la eternidad latiendo.
Regocíjate en el Rey de la gloria,
que con el derramamiento de su majestuosa sangre,
dio cumplimiento al pacto de la gracia;
y salvó al que cree en Cristo Jesús, de la despiadada muerte.
De la verdad del Espíritu,
emana una fragancia insondable.
Ese es mi Cristo,
y perseverar hasta el fin en Él, no se puede definir; porque es inescrutable.
Paz de Cristo
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