Oh Señor Jesucristo, sublime es tu justicia,
y en ella nos perfeccionaremos.
Te has acercado, oh Cristo, a nuestra vida incierta,
y a la sazón en tu Palabra nos santificaremos.
Tú, oh Rey de reyes, observas desde tu prisma sobrenatural,
el deambular de nuestra existencia.
Y no converge en tu camino y pensamiento celestial;
porque no hemos abierto el corazón, sin medida, a tu eterna excelencia.
Oh Rey de la gloria, tergiversar tu Sagrada Escritura,
es nuestra fútil veleidad.
Y en la forma pero no en el fondo, eres nueva criatura,
al ser tu conducta diametralmente opuesta a la perfecta verdad.
Entraña una imposible dificultad,
caminar por la senda angosta lastrados por la sordidez del pecado.
Y con quebrantamiento a los pies del Santo de Israel, limpiarás tu alma de toda iniquidad;
porque Él nunca despreciará al corazón contrito y humillado.
El velo del templo se rasgó de arriba abajo,
cuando el Cordero inmolado expiró en la cruz del Calvario.
Y a todos los perdidos que con fe en el Señor Jesús, manifiesten verdadero arrepentimiento sobre todo pecado,
les habrás preparado morada en tu glorioso y eterno santuario.
Paz de Cristo
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