La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.
E instrumento es del engañoso corazón.
Y el alma doblega la voluntad de los seres humanos,
para abocarlos a la ingobernable desazón.
Sí, pero por fe, contamos con la gracia del Señor Jesucristo,
que vino a deshacer las obras del innombrable.
Y toda tiniebla ante la verdad del Santo Espíritu,
es vencida de manera invariable.
De la perversidad de nuestros pensamientos,
a la lengua hacemos partícipe.
Y, oh Cristo, de tan letales deseos,
se vuelve indefectiblemente cómplice.
A veces el oportuno silencio,
lleva implícito sabias palabras.
Y nos induce, oh Señor, a elegir entre el cielo y el infierno,
en las obscuras encrucijadas.
Oh Cristo Jesús, hablamos de tu majestuosa gloria,
no dando crédito a su paraíso de eternidad.
Y solo en ella permanecerás en victoria;
porque es la verdadera libertad.
Paz de Cristo
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