- Oh mi Cristo,
- tus siervos voluntariamente han asumido las buenas nuevas de salvación eterna en tu reino terrenal.
- Y es que, no nos has dado por medida tu Espíritu,
- oh Rey de reyes, para poder abrir en el día postrero la puerta celestial.
- Oh Cordero inmolado,
- en la cruz del Calvario, Tú hiciste la voluntad del Padre, para que nos reconciliáramos con Él.
- Y tuviste que dar tu vida, oh Rey de la gloria, para redimir a la humanidad del pecado;
- y al revelarles tu santo nombre, pudieran al fin tener el don de la fe.
- Oh Alto y Sublime,
- nada nos es impedimento para amarte en grado sumo.
- Sin embargo, nuestro engañoso corazón es reticente,
- para tener ilimitada obediencia a tu precepto santísimo.
- Oh Sumo Alfarero,
- tu misericordia es infinita.
- Y de manera sorpresiva llegará el día postrero;
- teniendo que dar cuenta al gran Yo Soy, si no damos un giro de ciento ochenta grados, de nuestra alma indigna.
- Oh Sumo Hacedor,
- en nada nos has defraudado, dándonos por gracia la eterna salvación.
- Pero habremos de estar revestidos del vínculo perfecto del amor;
- para ser dignos, oh Altísimo Jesucristo, de tu majestuoso perdón.
- Paz de Cristo
viernes, 25 de noviembre de 2022
BUSCA CON DENUEDO TU MÁXIMO NIVEL EN CRISTO
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