- Oh mi Cristo,
- Tú me hiciste nueva criatura, para manifestar el poder de tu gloria.
- Pero si en tu mirada y en tu pulso, el arado no abre un surco recto,
- es porque obramos con el séptico pasado en nuestra obscura memoria.
- Oh Santo de Israel,
- tu predicación del Evangelio, lo secundabas con tus sobrenaturales hechos.
- E incidiste, oh Señor, en que tus milagros, no eran por vista, sino por fe.
- Porque la gracia le sería dada, al que sin haberlos visto podía creerlos.
- Oh Cristo Redentor,
- con tu inmolacion en la cruz del Calvario, nos diste el ejemplo perfecto.
- Nada pudo suplir tu excelso amor;
- porque consumaste el más abominable sacrificio, para reconciliarnos con el Padre; que era redimir al pecador, para darle vida estando muerto.
- Oh Hijo del Hombre,
- tu muerte, sepultura y resurrección, sellaron el nuevo pacto de la gracia.
- Y solo el que tenga la revelación de tu majestuoso nombre,
- podrá predicar la doctrina de Unicidad, para dar salvación a toda alma errática.
- Paz de Cristo
domingo, 20 de noviembre de 2022
EL CULMEN DE LA GLORIA ES PREDICAR EL EVANGELIO, Y SER UN PROBO HACEDOR DE SU MENSAJE, OH CRISTO
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