- Oh Cristo Redentor,
- en tu excelsa santidad, nunca hubo espacio para ninguna raíz de amargura.
- Y fue en el ajusticiamiento abominable de la cruz del Calvario, donde diste visibilidad a tu eterno amor,
- para el que creyere en tu redención, fuere en tu santo nombre una nueva criatura.
- Oh Hijo del Hombre,
- tus pensamientos de eternidad, los pusiste por obra en tu ministerio público.
- Y únicamente por amor de tu nombre,
- los hiciste eternos en tus preceptos bíblicos.
- Oh Santo de Israel,
- era tal tu piedad por el ser humano, que en tu santa paciencia se dormía tu lenta ira.
- Y es que, Tú, oh Señor, enseñabas con señales y prodigios la verdadera fe,
- para que el alma perversa se convirtiera.
- Oh Sumo Alfarero,
- tu perfecta rueda, no ha parado de restaurar ruinosas vasijas.
- Porque tu grandioso afán en el día postrero,
- es que las almas que el Padre te dio, moren en la gloria salvas.
- Oh Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo,
- Tú has hecho lo inverosímil para la salvación de toda la humanidad.
- Y poco despues de alzarte a los cielos, nos enviaste el Consolador, tu Santo Espíritu,
- para que sin dar lugar a equívocos, nos llevara a la única y celestial verdad.
- Paz de Cristo
martes, 29 de noviembre de 2022
EN NINGUNA RAÍZ DE AMARGURA ESTÁS TÚ, OH CRISTO
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