- Oh mi Cristo,
- Tú nos diste aliento de vida; y no solo lo hemos utilizado en nuestro menoscabo, sino que te hemos dado una gran muestra de nuestro desagradecimiento.
- Y porque, oh Señor, Tú eres Espíritu,
- no has puesto para nuestra salvación, mayor impedimento.
- Oh Santo de Israel,
- la mayor controversia de una multitud tan singular,
- es su precaria fe;
- porque al Rey de la gloria, con un fatuo pronunciamiento, ha cometido la inicua blasfemia de rechazar.
- Oh Sumo Hacedor,
- creaste a tu magistral obra, y la hiciste a tu imagen, y conforme a tu semejanza.
- Y siendo luz en el Creador,
- se sumió en el abismal pecado. Y de la serpiente antigua, vino esta letal asechanza.
- Oh Cristo Redentor,
- ante la sórdida conducta del ser humano en el paraíso terrenal, se disipó al unísono la gloria celestial.
- Pero Tú, oh Rey de la gloria, querías dar de nuevo la excelsa eternidad,
- a tu obra magistral.
- Y tuviste que reconciliarnos con el Padre,
- oh Cordero inmolado, dando tu propia vida
- en un sacrificio de cruz abominable,
- para redimir de su pecaminosidad a toda alma perdida.
- Paz de Cristo
miércoles, 30 de noviembre de 2022
NO COMETAS EL YERRO DE SER DESAGRADECIDO EN CRISTO
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