- Oh mi Cristo,
- en tu ministerio público, nos enseñaste que más bienaventurado es dar que recibir.
- Y es que, en el Santo Espíritu,
- tienes el grandioso privilegio de conocer la única y perfecta verdad, para en completa paz vivir.
- Jesús, enseña: Y escribe el ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
- Porque tu dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
- Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
- Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
- He aquí, yo estoy a la puertas y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
- Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
- El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
- Oh Santo, el que tu majestuoso nombre invoca,
- no ha caído en la demoníaca trampa de estar sumido en lo inmundo.
- Oh gran Dios, son tus santas pruebas,
- las que pone de manifiesto la áurea pureza del alma que vive santamente.
- Oh Eterno, necesito como sustento tu fácil yugo,
- para que de Sion sean mis alas, que surcan el cielo con su espiritual viento,
- para glorificar las santísimas vigilias.
- Oh Cristo Redentor,
- de los clavos que traspasaron tus manos y tus pies, y también de la llaga de tu costado, y de los lacerantes latigazos; dirá el profano, que no son de su incumbencia.
- Pero cuando estés juzgando en el gran trono blanco, oh Sumo Salvador,
- que alegará el vil difamador, en su indefendible obsolescencia.
- Oh Cristo Jesús,
- tus siervo consagrados,
- no anhelamos sino dádivas del Espíritu en tu inaccesible luz,
- por haber sido tus auténticos hijos bienaventurados.
- Oh Alfa y Omega,
- ser tu heraldo como misión, es el honor más inconmensurable para dar toda la belleza profética a tu Sagrada Escritura.
- No es, sino digno de conmiseración el que desecha por sistema,
- lo que el Omnipotente da, al que es en su santo nombre una nueva criatura.
- Paz de Cristo
miércoles, 30 de noviembre de 2022
NO GUARDES CON TANTO CELO LAS INMUNDICIAS DEL ALMA, PORQUE TENDRÁS QUE DAR CUENTA DE ELLAS ANTE EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO
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