Oh Cristo, en tu Ministerio,
no hubo límite en el perdón.
La máxima inconmensurable del Evangelio,
fue tu magnificente misericordia, del único Señor de toda la Creación.
Oh Cristo Jesús, tu Palabra,
ha sido revelada al circunciso de corazón.
La has guardado para el que te ama,
en su incondicional misión.
Oh Señor Jesucristo, tu magna obra,
es el ser humano.
Y nunca has desmayado en restaurarla;
porque tu eres el Alfarero, que moldeas con denuedo nuestro altar, hecho del contumad barro mundano.
Oh Señor Jesús, tus excelencias,
tuvieron la incredulidad como respuesta.
El impío te menospreció con displicencias,
al no conocer que Tú eras la Cabeza del Angulo; y desecharon la única piedra de Gloria, que Santifica el alma.
Oh Cristo Redentor, tocaste el trasfondo del más vil escarnio y vituperio,
en tu Crucifixión.
Y no hubo ninguna defensa de algún valiente egregio,
que elevara la Espada de tu Palabra, cuando exclamaste Consumado es; después de pedir al Padre, con radiante misericordia nuestro perdón.
Paz de Cristo
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