Oh Cristo, con el Agua de la Vida
fuimos purificados.
E iniciamos la asolanada senda,
que nos permitirá ser bienaventurados.
Oh Cristo Jesús, el corazón de piedra,
en uno de carne lo transformaste.
Nos seguía la Shekina,
para alumbrar con su presencia las sombras de la mente.
Oh Señor Jesucristo, la concupiscencia
se hizo presente,
en nuestro espíritu, cuerpo y alma.
El idólatra, que vive en la ignominia permanente,
te dio, oh Señor, la desobediente espalda.
Oh Todopoderosa Roca, la oscuridad abismal,
quebrantó tu Ley al extremo.
Destruimos tus Tablas, que descendieron de lo Celestial;
y la entenebrecida rebeldía, dio lugar a la perversión de lo obsceno.
Oh Salvador, separaste las aguas del mar.
El maná se erigió en el milagroso sustento.
Todo corazón de carne, en su transformación se consagró para amar;
y de Gracia, sobre el exiguo remanente, derramó la pureza espiritual el Fundamento.
Paz de Cristo
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