El inefable lenguaje del Espíritu,
que en el tercer Cielo se oyó,
es el Omnipotente Jesucristo;
que entró en la muerte, y tres días después la venció.
Su Escritura dice: Yo la pongo, y la vuelvo a tomar. La percepción, oh Cristo,
de tu secreto Eterno
es indisoluble con el inmortal Espíritu;
y al salvo, su Santa Naturaleza se la ha de revelar, en el poder Glorioso del amor perfecto.
El alma viviente es Espíritu vivificante, cuando de lo terrenal transciende a lo Celestial.
En la Transfiguración, Jesús transformó su vida terrenal, para ser Espíritu resucitado; sin pasar por la muerte.
Y de la muerte terrenal
se transfiguro en Espíritu de Resurrección; porque Él es el Señor de la Palabra Eternamente.
Paz de Cristo
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