Oh Cristo, las tinieblas no pasarán;
porque en tu Palabra
preexiste lo Eterno.
Los idólatras, enceguecidos, lo espiritual no verán;
ni su oscuridad traspasará el umbral del Cielo.
Oh Cristo Jesús, prodigiosa dádiva fue el maná,
que descendió de lo alto.
El agua brotó de la Roca.
Y la Nube Santísima, Cristo, se posó en el Tabernáculo.
Oh Señor Jesús, en ti no hubo sombra de variación;
dádiva perfecta diste al Pueblo elegido.
Aún su entenebrecido corazón,
en el desierto del espíritu, ahondó su abismo, para no ser bendecido.
Oh Salvador, tus milagros no fueron señal,
en la necedad del alma.
Nos guardaste del mal;
y en tu Luz, sólo hubo grande bonanza.
Oh Redentor, tu voz
reconocen las ovejas, que te profesan adoración.
Persistentes en la oración velaremos, oh Buen Pastor,
para ser galardonados con la Corona de Salvación.
Paz de Cristo
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