La oveja perdida,
desoyó siempre al pastor;
no le cautivó la oración desmedida,
que le agrada oír a nuestro amado Señor.
Los perdidos en el mundo, no tienen protección.
Son por la concupiscencia persuadidos,
con palabras lisonjeras que esconden maldición;
y prisioneras garras de crueles maleficios.
Dejaste a las 99, oh Señor,
y te fuiste a buscarla en las trincheras del maligno.
Tu Verdad a las tinieblas Luz volvió;
y la oveja perdida encontró el Santísimo Camino.
Al que tenga oídos, oiga.
Porque al que posee excelencia en Jesucristo, se le multiplicara;
pero el que desdeñó al que vive en la Gloria,
en el abismo de la bestia caerá.
Bienaventurados los que oyen
la Palabra de Dios, y la guardan.
En el Cielo los tesoros no se corrompen;
porque los Santos al Eterno Jesucristo alaban.
Paz de Cristo
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