Probado en el fuego, sólo es el oro.
Llama, oh Cristo, de tu Magnificencia,
que quema lo impuro;
para ser revelada la Palabra de Excelencia.
Oh Señor,
tus pruebas pueden ser exponenciales.
Y dar vida a los resecos huesos de almas muertas, sumidos en el seol;
para ser por tu Mano Santa, salvos Celestiales.
Busca la Luz del Señor,
que visita las tinieblas;
para saciar de amor,
al que carece de libertad en lúgubres celdas.
La prueba más cruel,
la pasó nuestro Señor Jesucristo.
Se le acusó de todos nuestros pecados; y acepto en su alma el sabor a hiel,
para darnos la Todopoderosa Salvación en su Espíritu.
El maligno se quedó perplejo,
viendo que el Señor, resucitó al tercer día.
Y nos dio paz en su Templo,
para unidos a Él adorarle en la Eterna Vida.
Paz de Cristo
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