Pronunciar cosas solemnes
en el Nombre de Jesucristo;
preserva la forma y el fondo del pensamiento y las intenciones,
en el corazón del discípulo.
La regla de oro en el Señor,
es la búsqueda de una fórmula,
que edifique con amor,
donde la desesperanza al desalmado asola.
Demos lugar al desamparado,
y concedámosle un espacio en Cristo;
para sacarlo del agónico estado,
y elevarle a la Santidad del Espíritu.
Sienta al malhechor
en la mesa de la Santa Cena,
y ofrécele la dádiva de lo alto, que derrama el Señor,
para ser linaje de semilla excelsa.
Has de menguar tú, para que crezca Él.
La Salvación se vislumbra desde la Santidad;
y por la preeminencia de la fe,
oh Señor, veremos tu Rostro en la Eternidad.
Paz de Cristo.
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