- Oh Soberano Redentor,
- en los días de tu carne, asumiste hasta la muerte la crucifixión más abominable, que nunca ha padecido ni padecerá un ser humano.
- Tu obra perfecta nos fue dada por gracia; y es que, derramaste tu preciosa sangre por amor,
- para redención y justificación del letal pecado profano.
- Oh Cristo Jesús,
- nuestro nombre esculpiste en tu excelsa diestra de gloria.
- Y es en esa grandiosa plenitud,
- donde perseveraremos hasta la eterna victoria.
- Oh Santo de Israel,
- desde tu glorioso santuario,
- fuimos investidos del prodigioso don de la fe;
- y la rodilla doblamos, para quebrantarnos a los pies del que nos dio vida y vida en abundancia en la cruz del Calvario.
- Oh Fiel y Verdadero,
- de un ápice tenemos conocimiento sobre tu inmensa fidelidad.
- Y será un glorioso honor, en el día postrero,
- conocer tu santa faz.
- Oh Alfa y Omega,
- nuestra precaria visión espiritual, no puede percibir tu santísima verdad.
- Pero con tu ayuda, oh Señor, discerniremos en nuestro espíritu como anduviste sobre las aguas, e hiciste parar las rompientes olas del mar, transformando en bonanza la entenebrecida tormenta,
- para dar gloria y honra al Alto y Sublime que habita la eternidad.
- Paz de Cristo
martes, 15 de marzo de 2022
ASUME CON SUMO GOZO TU PRUEBA EN CRISTO
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