- Oh mi Cristo,
- no existe ninguna contraposición entre el perdido y el don de la fe; porque solo Tú, oh Señor Omnipotente, tienes la absoluta potestad de convertir al incrédulo ser humano.
- Y por la gracia del Santo Espíritu,
- será que reciba fervientemente el glorioso poder de lo alto.
- Oh Soberano Señor,
- cuando la aflicción y la muerte asolaban a la humanidad;
- se hizo palpable la manifestación en carne de nuestro gran Dios y Salvador,
- para darnos a conocer el Evangelio de la santísima verdad.
- Oh Cordero inmolado,
- Tú pagaste con tu preciosa sangre la redención de nuestra disoluta alma.
- Y el más abominable sacrificio sucedió en la cruz del Calvario,
- siendo propicia, oh Cristo Jesús, tu muerte, sepultura y resurrección, para darnos a conocer al Todopoderoso Señor que nos liberta de la obscuridad, por ser Él la luz que al mundo ama.
- Oh Sumo Hacedor,
- estamos en un inusitado lugar del prodigioso universo.
- Y nuestro referente ha de ser ineludiblemente, oh Señor,
- la grandiosidad de tu excelsa misericordia, que nos ha sido hecha manifiesta a nuestra veleidosa mente, en un único y Sagrado Testamento.
- Oh Alfa y Omega,
- perdidos estábamos en la inmensidad de lo creado.
- Pero obreros somos de la mies, que ya está para la siega;
- porque con tu celestial gracia, oh Rey de la gloria, la has sazonado.
- Paz de Cristo
domingo, 3 de julio de 2022
LA PRECARIA Y DECRÉPITA ACTITUD HUMANA ANTE TU SUBLIME CREACIÓN, OH CRISTO
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