- Oh mi Cristo,
- la ferviente invocación de tu majestuoso nombre, nos da celosa provisión en la regeneración del alma.
- Y es que, concernidos por el poder del Santo Espíritu,
- de gracia su obra inconmensurable nos sana.
- Oh Cristo Redentor,
- la humanidad hace caso omiso de tu ajusticiamiento en la cruz del Calvario.
- Y nada es más contrario a profesarte amor,
- que obviar el glorioso sacrificio de tu sagrado santuario.
- Oh Cordero inmolado,
- aceptaste de forma voluntaria tu muerte, para vencer al imperio de la muerte; y redimir con tu preciosa sangre derramada a todos los pecadores.
- Oh Cristo Altísimo, nuestra vileza has evidenciado,
- para libertarnos de nuestros obscenos errores.
- Oh Fiel y Verdadero,
- la contumacia en la ancestral concupiscencia, ha sometido con su hedor a la impia transgresión del alma.
- Y únicamente en el juicio del día postrero,
- habrá tenido conocimiento el abyecto ser humano, oh Señor, de como se empecinó en negar obtusamente tu Sagrada Palabra.
- Oh Santo de Israel,
- de tu ministerio público, tus heraldos testificamos.
- Y no otra cosa, sino la sobrenatural fe,
- es la que ha sanado nuestra alma, para ser tus siervos consagrados.
- Paz de Cristo
sábado, 9 de julio de 2022
SANA TU ALMA EN CRISTO
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