- Oh mi Cristo,
- en tu glorioso nombre he renunciado a la impiedad.
- Y al permanecer en la verdad del Santo Espíritu,
- recibo de gracia la sobrenatural paz.
- Oh Sumo Creador,
- ¿nos pasa desapercibida tu bendita perfección?
- No es otro, sino Tú, oh Rey de reyes, el que nos has dado lo que excede a todo conocimiento, que es el excelso amor;
- y éste únicamente emana de tu santísimo corazón.
- Oh Cordero inmolado,
- es tu muerte, y muerte de cruz la que nos reconcilió con el Padre.
- Y tu preciosa sangre derramada, hizo el nuevo pacto de la gracia, porque tu paz eterna a nuestro ser ha santificado,
- para poder morar en el paraíso más loable.
- Oh Alto y Sublime,
- la blasfemia es la recurrente vileza de la impía humanidad.
- Y es que, en el arrepentimiento del siervo que a tu Sagrada Palabra es obediente,
- se hace manifiesto el fragante olor de la santidad.
- Oh Santo de Israel,
- la concupiscencia es la sórdida antesala a la hora de pecar.
- Y no dejará de sobredimensionarse tu fe;
- si has podido al fin amar.
- Paz de Cristo
jueves, 21 de julio de 2022
TU PAZ ME SANTIFICA EN LO MÁS SÓRDIDO, OH CRISTO
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