- La Biblia dice: Mientras él hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, y le querían hablar.
- Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están fuera, y te quieren hablar.
- Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos.
- Porque todo aquel que hace la voluntad de mí Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana y madre.
- Oh mi Cristo, únicamente a tu sobrenatural presencia he de adorar;
- porque sólo loando tu nombre me podré santificar.
- Y es que, oh Señor, los siervos que fervientemente te amamos,
- testificaremos hasta el fin en tu majestuoso nombre.
- Jesús, dijo: Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.
- Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
- ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
- Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
- Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
- Oh Sumo Alfarero, prodigiosos son tus desvelos,
- por transformar en tu sagrada rueda, al que hace desdén del principio bíblico.
- Y será un ser bienaventurado;
- si muestra obediencia, sin añadir ni quitar una tilde de los perfectos versículos que le consagraron,
- para traspasar el glorioso umbral de los cielos.
- La Biblia enseña: En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
- Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
- y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
- Así que, cualquiera que se humille como este niño, es el mayor en el reino de la cielos.
- Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.
- Oh Alto y Sublime, nadie puede interferir en tus propósitos;
- porque tu inaccesible luz, no obedece a lo universales perímetros.
- Y por sus prístinos celos,
- tus perseverantes discipulos,
- se postulan, oh Señor, para entrar en tu gloria inmarcesible.
- Oh Santo de Israel,
- en tu ministerio público, nos enseñaste a predicar, sanar y amar, siendo hacedores del Evangelio de la gracia.
- Y siempre obrará la fe,
- para que tú seas capaz de amar al que no ama.
- Oh Hijo del Hombre,
- la sombra sagrada de tu silueta, en la tierra dejaste indeleble.
- Sí, porque tu nombre que es sobre todo nombre,
- oh Cristo Jesús, será el que de la abominación desoladora nos salve.
- Paz de Cristo
miércoles, 23 de agosto de 2023
LA OBEDIENCIA A LA SAGRADA PALABRA, ÚNICA FORMA DE AGRADAR A NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO
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