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viernes, 18 de agosto de 2023

TU FE GESTA EL MILAGRO EN CRISTO

  • La Biblia enseña: Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
  • Y le preguntaron sus discipulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
  • Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
  • Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 
  • Entre tanto que estoy en el mundo, luz  soy del mundo. 
  • Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego.
  • Y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. 
  • Oh mi Cristo, de gracia recibimos, lo que fluye de tu glorioso pensamiento. 
  • Y urgente sello conlleva el milagroso prceso;
  • pero has de contar con  la fe,
  • del desahuciado que se quiera sanar.
  • Y es que, el altivo y arrogante de espíritu moribundo,
  • no saldrá del hediondo pozo cenagoso, sin dar por consumado su arrepentimiento.
  • El que sea libertado por tu gracia, oh Señor, habrá de perseverar hasta el fin en la senda angosta; e invocando tu santo nombre, con loas que presagian tu arrebatamiento. 

  • La Biblia dice: Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.
  • Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 
  • Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al mismo instante su lepra desapareció. 
  • Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta las ofrendas que ordenó Moisés, para testimonio de ellos.
  • Oh Alto y Sublime, 
  • no tengo más afán, que servirte con la predicación poética humildemente.
  • Porque nadie, escepto Tú, Soberano Dios,  nuestra redención y justificación asumió, 
  • para salvación de tus irreprensibles siervos. 

  • La Biblia incide: Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
  • y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor;
  • cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
  • Porque decía: Si tocare tan solo su manto, seré salva.
  • Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 
  • Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
  • Sus discipulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
  • Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.
  • Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 
  • Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
  • Oh Hijo del Hombre,
  • Altísimo Señor, 
  • Tú eres el Santo,
  • y de toda conducta insana,
  • fuimos librados a la postre.
  • Y por ser tus probos hijos, 
  • los has santificado.
  • Y les has dado provisión de tu maná del cielo, 
  • para que eternamente en santidad, 
  • pudieren genuflexos adorarte.

  • Oh Rey de reyes y Señor de señores, 
  • es del todo inverosímil glosar, 
  • la cifra inconmensurable de misericordias y favores, 
  • con las que inmerecidamente, oh Rey de la gloria, has podido nuestra vida carnal y espiritual conformar.

  • Oh Alfa y Omega,
  • tus pensamientos y tus hechos son en clave de eternidad. 
  • Y es tu Sagrada Palabra la que con sus preceptos nos alerta: 
  • de no percibir nuestro enderredor, fuera de su santísima verdad. 
  •              Paz de Cristo 

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