LA IMPOSTURA DEL SER HUMANO, LE ABOCA DESMEDIDAMENTE A SEGUIR AL DIABLO, OH CRISTO

• La Biblia dice: Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, 
• persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevivieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido y de todas me ha librado el Señor. 
• Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; 
• mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 
• Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido;
• y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 
• Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargűir, para corregir, para instruir en justicia, 
• a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 
• Oh mi Cristo, únicamente con tu celestial excelencia, 
• pudiste a toda la humanidad profesarle tan excelso amor.
• Porque en el execrable sacrificio de la cruz del Calvario, les diste ilimitada redención,
• para que todos los que creyesen en tu majestuoso nombre, se hicieren bienaventurados. 
• Y los siervos que de gracia fueron escogidos, 
• vivirán contigo, oh Rey de reyes, en la gloriosa e imperecedera plenitud. 
• Porque los que cayeron en el obscurantismo de la estulticia, 
• siguieron al diablo por su séptica y abominable trocha.
• 
  
• Oh Santo de Israel,
• en tu ministerio público, nos concerniste de auténtica piedad.
• Y tal fue nuestra grandiosa fe,
• que nunca tuvimos la tentación de caer en la torpe e inmunda arbitrariedad. 
• 
  
• Oh Sumo Alfarero, 
• nada puede definir más la gracia, que tu rueda sagrada. 
• Y es que, para hacer un vaso nuevo,
• tienes que contar con un barro santo; y una magistral mano, por la santa pericia gobernada.
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• Oh Sumo Hacedor, 
• la bendita pureza, 
• fluye en tu enderredor;
• porque ha lugar, en tu majestuoso nombre, lo consubstancial a la genuina belleza.
• 
  
• Oh Rey de la gloria, 
• en lo diametralmente opuesto a la impostura, 
• testificamos los que hemos creido fervientemente en tu santísima memoria;
• porque para ser heraldos de tu gran comisión, oh Señor, fue tu excelsa diestra, la que nos transformó en una nueva criatura. 
•             Paz de Cristo