- Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma.
- Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.
- Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
- Oh mi Cristo, sin tu bendición no somos nada.
- Y es que, gracias a que tu gracia nos ha perfeccionado,
- perseveraremos en la senda de los siervos aprobados.
- Se han aumentado más que los cabellos de mí cabeza los que me aborrecen sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?
- Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos.
- Oh Santo de Israel,
- tu sangre majestuosa, es únicamente la que puede purificar a los inicuos.
- No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.
- Porque por amor de ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro.
- Extraño he sido para mis hermanos, y desconocido para los hijos de mi madre.
- Oh Rey de la gloria, ningún discípulo te podrá agradar sin fe.
- Y es el camino más angosto,
- por donde discurrirá, el que en tu excelso nombre anhele santificarse.
- Porque me consumió el celo en tu casa; y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.
- Lloré afligiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta.
- Para consumar mi glorioso fin,
- superaré toda perniciosa barrera.
- Puse además cilicio por mi vestido, y vine a serles por proverbio.
- Hablaban contra mí los que de sentaban a la puerta, y me zaherían en sus canciones los bebedores.
- Oh gran Dios, el impostor nunca aceptó tu santo Evangelio;
- y por lo mismo, hizo absoluto desdén de tus celestiales bendiciones.
- Paz de Cristo
sábado, 26 de agosto de 2023
SALMO 69:1-3 EN CRISTO
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