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jueves, 31 de agosto de 2023

EL QUE VIVE EN LAS TINIEBLAS, NO PUEDE VER TU MAJESTUOSA LUZ, OH CRISTO

  • Jesús, enseña: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 
  • Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 
  • El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creido en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 
  • Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 
  • Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, pará que sus obras no sean reprendidas. 
  • Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. 
  • Oh mi Cristo, tu luz eterna,
  • nunca la verá el mundo, si no se pudiere asir a la fe.
  • Y la predicación de los siervos consagrados, 
  • raerán sus tinieblas,
  • de los ancestros recibidas,
  • para a la postre ser santificados. 

  • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
  • y el que me ve, ve al que me envió. 
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 
  • Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
  • El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.
  • Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 
  • Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho. 
  • Oh Cristo Jesús, en tu santo nombre todo se creó,
  • y se consumó.
  • Y son tus prodigiosas glorias, 
  • las que no percibe el espitualmente moribundo. 
  • Oh Sumo Alfarero,
  • en tu perfecta rueda todo se puede trasformar;
  • aquí léase: también el que se ha sometido a las tinieblas del abismo. 

  • Oh Cristo Altísimo,
  • no otro, sino Tú;
  • vives en el cielo santísimo,
  • de la inaccesible luz. 

  • Oh Santo,
  • te pedimos desde nuestro más íntimo clamor,
  • que suplas nuestra ignorancia con la excelsa sabiduría de lo alto;
  • porque sabemos, oh gran Dios, que Tú eres nuestro Formador. 

  • Oh Eterno,
  • nuestro espíritu quebrantado, invoca con persistencia tu majestuoso nombre. 
  • Y sé, que oyes nuestra incensadas oraciones; porque se elevan hasta tu celestial trono,
  • oh Hijo del Hombre. 
  •              Paz de Cristo 

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