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sábado, 22 de julio de 2023

NO DES PÁBULO A LOS QUE NO POSTULEN LA SANTIDAD EN CRISTO

  • La Biblia enseña: Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. 
  • Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado. 
  • Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón. 
  • He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; 
  • produciré fruto de labios: Paz, paz para el que está lejos y al cercano, dijo Jehová; yo lo sanaré.
  • Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no pueden estarse quietos, y sus aguas arrojan cieno y lodo.
  • No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos. 
  • Oh mi Cristo, Tú sólo abrirás la excelsa gloria, para tus hijos santificados,
  • por ser a los que tu majestuoso nombre les has revelado.
  • Y a la sazón,
  • en en día postrero seréis bienaventurados;
  • porque os protejeré
  • con el resplandor sagrado,
  • para evitaros caer en la tétrica obscuridad de los abismos.

  • La Biblia incide: Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;
  • como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
  • sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
  • porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
  • Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
  • sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata,
  • sino con la sangre preciosa de Cristo, como un Cordero sin mancha y sin contaminación, 
  • ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor a vosotros, 
  • y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios. 
  • Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraterno no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
  • siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 
  • Porque: Toda carne es como hierba, y toda gloria del hombre como flor de hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;
  • mas la palabra del Señor pernanece para siempre. 
  • Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. 
  • Oh Altísimo Señor Jesucristo, Tú nos has guardado;
  • y pletóricos de excelencia, 
  • perseveraremos hasta el fin,
  • oh Señor, para que seamos aprobados con el galardón de lo alto.
  • Si predicas al Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, predícale de todo tu corazón;
  • porque con gran celo lo exalta,
  • el que lo hace con inconmensurable adoración. 
  • Y es que, los que exhortan, velan y oran son los auténticos siervos, 
  • que en la búsqueda de tu rostro, oh Cristo Jesús, están incesantemente entregados. 
  • Asido a tu santo nombre, me siento seguro,
  • porque la gracia a mi lado prevalece;
  • pues nada para el que en Cristo cree, 
  • le será en su existencia imposible;
  • al ser su alma, por la excelsa diestra bendecida.

  • Oh Cristo Redentor, 
  • en el silente sacrificio de cruz,
  • manifiesto fue tu piadoso amor,
  • para los que en nuestro corazón interiorizamos, oh Rey de la gloria, tu admirable luz. 

  • Oh Santo de Israel, 
  • una parte de tus prodigios y señales, vienen con nitidez escritos en la Sagrada Palabra. 
  • Y con fervor emergía la fe,
  • en el que se consumaba tu gracia. 

  • Oh Hijo del Hombre, 
  • al que le revelaste,
  • tu nombre que es sobre todo nombre;
  • en un de repente, se le abrieron los cielos Cristocéntricamente.
  •                Paz de Cristo 

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