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martes, 31 de agosto de 2021

HEBREOS 12:4-7 EN CRISTO

  • Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, conbatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mio, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. 
  • Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos: porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
  • Oh mi Cristo, 
  • Tú pagaste el mayor precio por nuestra alma, para acabar con el obsceno pecado de nuestra vida libertina.
  •  
  • La Biblia dice: Cíñete ahora varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me responderás. 
  • ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí para justificarte tú?
  • Oh Santo de Israel, Tú eres la verdad; y con la verdad al inconverso libertarás;
  • porque no hay otro Dios fuera de ti, oh mi Señor Jesús. 

  • La Biblia enseña: Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás. 
  • De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.
  • Oh Soberano Redentor, no ha existido mayor cáliz que el de Getsemaní, con el que a ninguno de tus genuinos siervos probarás.
  • Sí, porque tus hijos serán acrisolados, para que en su espiritual resplandor se vea el oro del Edén. 

  • Jesús, dijo: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 
  • Esto os mando: Que os améis unos a otros. 
  • Oh Sumo Alfarero, en tu sagrada rueda, a los  vasos de honra, la excelsa diestra les selló con el don de la fe;
  • y en el eterno santuario se les concedió una mínima o grandiosa medida de fe, para en tu reino ser galardonados. 

  • Jesús, asevera: Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
  • De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.
  • Oh Soberano Salvador, rendido está a tus pies nuestro contrito y humillado corazón; y porque tu misericordia es para siempre, nuestras iniquidades serán borradas;
  • y de gracia traspasaremos la bendita puerta del cielo.
  •                    Paz de Cristo 

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