- Oh mi Cristo,
- en tu nombre que es sobre todo nombre, se cumple el omnipresente canon de belleza.
- Y es en tu Santo Espíritu,
- donde se consuma la bienaventurada promesa.
- Oh mi Cristo Redentor,
- los clavos que traspasaron tus pies y tus mano, brillaban en la hora novena reflejando la luz de tu belleza sobrenatural.
- Y tal fue por la humanidad tu excelso amor,
- que nos abriste la puerta de tu gloria celestial.
- Oh mi Sumo Alfarero,
- Tu moldeaste nuestra almas para darles tu belleza inefable.
- Pero será en el día postrero,
- cuando pesarás nuestro corazones, en la balanza que conserva el fiel de tu sagrado linaje.
- Oh mi Santo de Israel,
- tu ministerio público fue de inmarcesible belleza.
- Porque Tú eres el autor de la fe,
- que es la única y verdadera certeza.
- Oh mi Sumo Salvador, con tu muerte, sepultura y resurrección,
- se hizo real la inconmensurable belleza de tu ascensión a los cielos.
- Y oh Rey de reyes y Señor de señores, en tu exaltación,
- se rindieron a tus majestuosos pies los paraísos eternos.
- Paz de Cristo
miércoles, 18 de agosto de 2021
NO HAY BELLEZA, SINO EN CRISTO
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